Está claro que, aunque sea mejor para los hijos divorciarse a que sus padres sigan casados cuando el matrimonio ya no funciona, eso siempre les va afectar. Eso no debe frenar un divorcio porque cuando los cónyuges ya no están bien en el matrimonio los hijos pueden presenciar malas caras, resentimiento y falta de amor que será mucho más dañino a largo plazo.
A la hora de comunicar que papá y mamá se van a separar es muy importante tener en cuenta que la prioridad son ellos, por lo que hay que dejar a un lado los posibles reproches, y ser los dos padres quienes se lo comuniquen haciendo hincapié en que ellos no son culpables de nada y que los dos les van a seguir queriendo igual.

Como ya hemos indicado antes, el divorcio siempre les va a afectar, pero sus reacciones serán diferentes en función de su edad.
- Bebés: son muy receptivos y perciben cualquier cambio que hay en su entorno, por lo que pueden notar los cambios de ánimo de sus padres (tristeza, irritabilidad, …). También perciben la ausencia de uno de los dos, lo que les puede producir angustia al no saber si volverá. Por lo que es normal que lloren más, estén más irritables, e incluso sufran alteraciones del sueño o en su alimentación.
- Niños en edad preescolar: en esta edad, aunque son conscientes de lo que pasa no entienden que ocurre, y si el divorcio es complicado es posible que sufran miedo, ansiedad e incluso estrés. Esto puede manifestarse en un retroceso en algunos avances del desarrollo como es el control de esfínteres, retraso en el habla, alteraciones del sueño, … Además, en esta fase empiezan a ser conscientes de sus emociones, pero no saben todavía cómo gestionarlas, por lo que pueden aparecer o empeorar las rabietas.
- Hasta la preadolescencia: En esta etapa empiezan a empatizar por lo que pueden entender mejor lo que es el divorcio. Siguen teniendo esperanzas de que sus padres vuelvan a estar juntos y como no se cumplen suelen sentirse traicionados, tristes y tener rabia. Por otra parte, pueden vivir el divorcio como un conflicto de lealtades y esto puede afectar a su estado de ánimo y a su resultado escolar. En esta etapa pueden empezar a darse problemas de conducta (no atender las normas, desafiar a los padres,)
- Adolescencia: esta es la peor etapa para que sufran un divorcio, ya que se encuentran en busca de su propia identidad para lo que necesitan mucha seguridad y esto les desestabiliza. Por ello es frecuente que desafíen a sus padres para poner a prueba sus límites y saber si se van a mantener a su lado. Podemos encontrarnos con casos de depresión, problemas de conducta, conductas sexuales de riesgo, …
Para evitar estas situaciones es importante:
- Recalcarles que, aunque sus padres ya no están juntos, van a estar a su lado siempre. Esto debe mostrarse con palabras pero sobre todo con hechos.
- Hacerles saber que ellos no son culpables del divorcio y no utilizarles para hacer daño al otro progenitor.
- Cariño, apoyo y comprensión.
También es muy importante intentar hacer del proceso de divorcio lo menos traumático posible, para ello a parte de nuestra voluntad para llevar a los mejores acuerdos para ellos, debemos contar con un abogado matrimonialista que nos ayude a hacerlo de la manera más rápida y sencilla posible. Esto nos ayudará a resolver los conflictos y a establecer los puntos fundamentales del divorcio para que no nos acarreen problemas más adelante.
Desde SOS Divorcios ponemos a tu disposición nuestra amplia experiencia en divorcios, disponemos de abogados especialistas en divorcios que te ayudarán a llevar a cabo el divorcio de manera rápida y eficaz para que sea lo menos traumático posible para tus hijos.